La Helada Finca en Las Estepas
El Fugao – Capítulo I
Por: La Dirección
Uno de los tantos paraderos que habitó el Fugao fue una finca bellamente decorada en los alrededores de la ciudad. El paraje era encantador, el paisaje fascinante, los habitantes sumamente amistosos, todo estaba muy bien… pero hacía un frío el berraco!!!. Para efectos de este relato y los venideros, llamaremos a esta finca “La Helada” por las razones anteriormente expuestas.
Una helada tarde en La Helada el Fugao estaba esperando a uno de sus compinches, el camarada “Cejoncito” como le llamaremos de ahora en adelante. Aquel día el Fugao se encontraba sólo pues su compañero de vivienda, el “Pelao” (otro personaje de la columna historia) se encontraba laborando en la ciudad. El Cejón había anunciado su visita para las 3 pe eme pero para sorpresa del Fugao eran las 4:36 (pe eme) y su amigo no llegaba. Al parecer este asunto ocurría a menudo…
Por fin llegó el Cejón y se sentaron el par de varones alrededor de una mesa bajita llena de maricaditas hasta en las esquinas. Allí posaron el botello de Güiky, pusieron las mismas baladitas de siempre y arrancaron a echar carreta. Pasadas 2 horas de ingestión continua, el Cejón puso sus manotas en las rodillas y dijo: “Bfffff bffueno… mmm me voy hermano, hic… porque mi sposa me esta e… esperando”. Pero con lo que no contaba el Cejón cuando empezó a despedirse era que rayando las 6 y pico de la tarde la visibilidad era poca y además estaba lloviendo, así que para cuando salió de la morada la noche había tendido su manto oscuro sobre la región y había lodo por doquier…
Montóse en su vehículo y atendió con desinterés a las recomendaciones que el Fugao le estaba haciendo con respecto a la acequia cuando echara reversa. “Pilas te encunetás” le decía haciéndole señas. “Ffff… fresco, fresco mijo, yo voy bien, hic” le contestaba el Cejón.
En eso echó reversa y BLUM, directico al hueco fue a dar el cebollo. Y como todavía no atinaba a lo que estaba pasando, abrió la puerta para bajarse y CHUMBULON, cayó a la acequia!. El agua mugrienta de la loma se le metió por la camisa, al tratar de pararse resbalose y volvió a la madre tierra y cuando extendió instintivamente sus manos para apoyarse, “AAAAYYYYY” gritó desconsolado. “Que pasó, que pasó hermano…”, decía alarmao el Fugao; “Ayayayyy mi dedo, mi dedo…” lamentaba seguidamente el Cejoncito.
El Fugao atendió las dolencias de su amigo lo mejor que pudo, pero como no había mucho que se pudiera hacer le pegó una sacudidita y lo mandó pa’ su casa.
El final de esta historia es que el Cejón se presentó ante su esposita linda tufoliento, embarrao hastal tujes con la ropa hecha pedazos y el dedo en 3 partes astillado. Cuál no sería la sorpresa de su consorte al verlo en este estado, ella bella y apacible que lo esperaba ansiosamente pa’ servirle la comidita…!. —ET